Área Socio - Cultural
Cultura, Turismo y Festejos
La Candelaria
Inicialmente tuvo un carácter penitencial y purificatorio, pues las personas se acercaban al sacramento de la penitencia o hacían procesiones. Tomando en cuenta las palabras del anciano Simeón, que en el Evangelio llama a Jesucristo «luz de las naciones» (Lc. 2.28-32), en las procesiones se utilizaban velas o candelas encendidas, lo que dio origen al nombre «Día de La Candelaria o Fiesta de La Candelaria». En Beniel se celebra de una forma singular, ya que se hace escenificando la Presentación y el Niño va vestido con un traje de bautismo.
A las 08,00 de la mañana se llevan las imágenes de S. José y la Virgen en peregrinación hasta un extremo del pueblo, donde se dejan para ser veneradas por los devotos. A las 11,00 se bendicen las «candelas» en el templo parroquial y el pueblo va, nuevamente, en procesión a recoger las imágenes y volver con ellas, asimismo en procesión a la iglesia. La misa es concelebrada por todos los sacerdotes, hijos del pueblo y de los párrocos de los pueblos limítrofes, tanto de la diócesis de Cartagena como de la de Orihuela-Alicante. Preside la misa el obispo o un sacerdote de categoría diocesana. En el ofertorio se procede al rito de la ofrenda de la presentación, en el que S. José ofrece dos tórtolas o pichones (después regalados a los pobres) y la Virgen presenta al Niño, que queda sobre el altar durante toda la celebración de la misa. La solemnidad y belleza con que se lleva a cabo la celebración produce en los asistentes emoción incontenible que hace sentir en los corazones de todos en auténtico sentido de la fiesta.
Es evidente la relación que guarda la fiesta de la Candelaria en Beniel con la presencia e importancia de fuego y de la luz, en nuestra cultura popular mediterránea, pues el momento culmen y de mayor tensión popular de «La Candelaria» lo constituye la quema de la famosa «Traca» ya que, desde el momento en que se inicia el fuego hasta el trueno final, el pueblo se transporta a un mundo fascinante. Los largos minutos de fuego producen en los asistentes no sólo expectación y júbilo, sino también tensión creciente y contenida por temor a que la llama se apague, se interrumpa el fuego y el «corte» desluzca la fiesta y abra la sospecha de los malos presagios.
En principio la Parroquia corría con los gastos de la fiesta. Es a partir de 1857, cuando los mayordomos de la Cofradía de la Virgen del Rosario se encargan de recoger los tributos del pueblo para la financiación de este día.
Desde la tarde del 24 de diciembre hasta el 6 de enero, tiempo de Navidad, los mayordomos recorrían las casas del pueblo, pedanías y huerta, acompañándose de troveros e instrumentos musicales tradicionales, para recabar los medios económicos necesarios. La comitiva, presidida por el estandarte de la Virgen que introducían en las casas para que éstas fueran bendecidas, y secundada por los niños y niñas que se les unían en el recorrido, era agasajada y se les invitaba a tomar copas, mantecados e incluso a merendar si la visita se realizaba por la tarde. La visita tenía una positiva aceptación entre la gente y los vecinos, además del donativo voluntario y secreto compraban las papeletas que los mayordomos ofrecían para la rifa del cerdo, que se hacía en la plaza el mismo día de la fiesta. Asimismo rifaban las dos tortadas que desde los orígenes de la fiesta se ofrecían a la Virgen, como se ha hecho tradicionalmente con las mujeres que daban a luz. Hoy muchos de esos valores culturales, tradicionales, populares han caído en desuso.
La Candelaria ha sido siempre la fiesta más popular y sentida por los benielenses. Autoridades políticas y religiosas, vecinos hijos del pueblo residentes fuera del mismo, en incluso mayores y jóvenes de las localidades vecinas no faltan a la cita para honrar y vivir, con alegría y entusiasmo, el día de la Patrona de Beniel. En las calles, llenas de tenderetes, se ofrecen a los forasteros los tradicionales «torraos», avellanas, caramelos, tramusos y, especialmente, lo típico de ese día que son «las bolas hechas con azúcar tostada», únicas para ese día y traídas de Orihuela, y los «samblases» que las madres cuelgan del cuello a sus niños para evitar que mueran ahogados. Personajes emblemáticos del pueblo eran el Cojo el Lillo» y su hermana «Josefa».
Mª Ángeles Navarro Martínez Cronista oficial de Beniel
Semana Santa
Vivencia de una fe cristiana, hegemónica, entre nosotros en siglos pasados y expresada de muchas maneras. Una fe sentida y vivida en el interior de la persona pero no reducida al ámbito de lo privado y personal. Son muchas y muy diversas las manifestaciones públicas y sociológicas de la misma a lo largo del tiempo, surgidas del pueblo y para el pueblo. Obras benéficas y de caridad, Asociaciones, Congregaciones, Hermandades, Cofradías, Cofradías penitenciales étc..Vivencia interior alargada en manifestaciones públicas.
Y cultura, arte, «ars passionis». Yuxtaposición de fe y arte que adquiere formas variadísimas y estáticas en la pintura, la escultura, las imágenes sagradas, los conjuntos artísticos, las tallas, los ornamentos, los mantos…o dinámicas y en movimiento en las procesiones, desfiles, cortejos…derivando hacia una cultura dominante que consideramos connatural con nuestra forma de ser y expresarnos. Buena prueba de ello son la Escuela Andaluza o la Escuela Castellana o los grandes artistas murcianos cuyas obras bellas, «vivas» cautivan y emocionan o los abigarrados desfiles procesionales mediterráneos y andaluces en contraste con la austeridad de los castellanos.
En este contexto y formando parte de él hay que entender nuestra «Semana Santa de Beniel» : fe cristiana, tradición espiritual e histórica, religiosidad popular, arte y expresión artística, cultural y colorista de una manera de ser.
Eutiquio García Lázaro
San Isidro
La fiesta se celebra con gran fervor y devoción popular el domingo siguiente al 15 de mayo de cada año. Ese día tiene lugar la romería, que consiste en una peregrinación desde la capital del Municipio hasta la ermita de la pedanía de El Mojón. A las 8,30 de la mañana, después de la misa, se hace la ofrenda de frutos, preparados por Lola Rosique, y se inicia la marcha. Numerosas carrozas adornadas con motivos huertanos, preparadas anteriormente por grupos de amigos y familiares, escoltan la imagen del Santo, a ellos se unen jinetes que sacan su caballo bien solos o con alguna moza a la grupa, romeros y romeras jóvenes y mayores, vestidos con el traje regional, cantando y bailando durante todo el camino viven con ilusión y entusiasmo ese día. Detrás la imagen de San Isidro, que en un principio era llevada a hombros y después en una carreta, es seguida por las Autoridades Municipales y la banda de música.
Como toda romería que se precie nuestro camino es largo y ameno, lleno de paradas en las que se comen los bocadillos, morcillas y jamón que ofrecen los señores de las carrozas, a la vez que se bebe vino, cerveza y refrescos. Los vecinos de la Vereda del Reino engalanan las casas y las mujeres ofrecen asimismo los típicos paparajotes. Al llegar al restaurante de “Angelín” se convida a los romeros a un suculento almuerzo. Y poco a poco se llega al puente del Reguerón, donde en los primeros años tenía lugar la ofrenda de frutos, preparados entonces por Margarita Pérez Atiénzar. Allí se bendicen los mismos por el Sr. cura párroco de Beniel o un sacerdote del pueblo que lo representara. El hecho de que sea este lugar donde se hace la bendición es por ser el límite de las parroquias de Beniel y de Zeneta. Es, por consiguiente, como un acto de despedida.
A la llegada a El Mojón se lleva al Santo a la Ermita donde se tiene hasta las 7 de la tarde. Otro cambio que ha tenido lugar a lo largo del tiempo es que antes la imagen de San Isidro permanecía en la Ermita durante una semana y al domingo siguiente se volvía a pueblo, ahora se hace el mismo día. Pero, ahora y antes la fiesta de San Isidro en Beniel es una hermosa estampa romera llena de colorido y de fervor popular.
Mª Ángeles Navarro Martínez Cronista oficial de Beniel
San Bartolomé
Sin embargo, es seguro que las Fiestas Patronales o Feria de Beniel, tal como se ha conocido hasta época reciente, tienen su origen en el siglo XVIII. En este siglo y durante el siglo XIX, se celebraban, con toda solemnidad, tres funciones religiosas, en honor de San Bartolomé apóstol de la Villa, de Ntra. Srª. del Carmen y del glorioso San Roque. Los tres días había misa solemne, sermón y procesión. La misa se celebraba por la mañana y el sermón estaba, siempre, a cargo, de oradores sagrados, catedráticos del Seminario de San Fulgencio de Murcia o rectores de las iglesias más importantes de dicha ciudad. Por la noche tenía lugar la procesión. Ésta se hace por la tarde, muy concurrida de fieles, recorría las calles, cerrando la misma las autoridades religiosas y civiles. Al acabar la procesión se disparaba un bonito árbol de fuegos artificiales a cargo de uno de los afamados pirotécnicos del pueblo. Amenizaba, todos estos actos religiosos y las fiestas de calle, la banda de música de los pueblos cercanos.
Hay que destacar que hasta los años 50 del pasado siglo, se celebraba todos los años durante las Fiestas Patronales un importante mercado de ganado al que acudían miles de cabezas del mular caballar y asnal, en el que se hacían grandes transacciones comerciales.
En el siglo XX, se introducen nuevas actividades: elección de la Reina de la Fiesta y Damas de Honor, verbenas con actuaciones de artistas importantes nacionales y grupos musicales, el «Festival de la Canción de Artistas Noveles», muestras folklóricas, desfile de carrozas, barra popular en la que se degustan patatas cocidas, ajo y morcillas calientes, etc. Y la verbena del «chusco» que nace en 1970 a iniciativa de la comisión de festejos, y consiste en la degustación gratuita de pan recién sacado del horno con aceite y sal.
A lo largo de todos los tiempos tanto las autoridades municipales como el juzgado municipal han dado muestra de su religiosidad y cultura, asistiendo a todas las funciones religiosas.
Mª Ángeles Navarro Martínez Cronista oficial de Beniel